viernes, 9 de julio de 2010

Qué buen voto

Tomado de Peru.21. Columna de Patricia del Río.- Como suele ocurrir, siempre en medio de la payasada y a último minuto, se inscribieron todos los candidatos que pretenden llegar al sillón municipal de distintas provincias y distritos. De acuerdo con el JNE, hay 13,933 candidatos a nivel nacional, que buscan captar nuestros votos para hacerse del privilegio de dirigir nuestros destinos. Al fin y al cabo, se trata de sujetos a los que les vamos a otorgar el poder de hacernos la vida más amable o de convertir nuestra existencia en una pesadilla plagada de abusos, arbitrariedades y sinvergüencerías.

Por eso, ya es hora de que vayamos haciendo una lista de estándares mínimos que toda persona que merezca nuestro voto debería cumplir. Animémonos a poner en blanco y negro lo que vamos y no vamos a tolerar en esta campaña. Castiguemos con el látigo de nuestra indiferencia, por ejemplo:

A los que se inscribieron disforzadísimos haciendo harta bulla con las insoportables vuvuzelas. ¿Qué podemos esperar de un futuro alcalde a quien no le importa perturbar a los otros con ruidos molestos?

A los que se han dedicado a ensuciar la ciudad con pintas en paraderos y paredes, carteles gigantes cada tres metros, cartelitos insoportables en todos los postes de la ciudad o grafitis gigantes en los cerros.

A los que prometen arreglar el tránsito con fórmulas insólitas, y en tiempo récord, pero que no se atreven a enfrentar la informalidad de tantos taxis, mototaxis, combis y custers que saturan nuestras calles.

A los que meten en sus listas a los hijitos de sus amigotes con el fin de pagar favores políticos y asegurarles a los alcaldes salientes impunidades futuras.

A los que no les importa llevar en su partido a matones abusivos y a tránsfugas comprobados.

A los que creen que hacer obra es un salvoconducto para robar lo que les da la gana.

A los que les permiten a cada nido, colegio, club departamental o grupete de amigos cerrar vías importantes para celebrar desfiles conmemorativos que agravan más el enloquecido tránsito.

A los que nos mandan revistas pagadas con nuestros arbitrios, que están llenas de fotos y publirreportajes que lo único que buscan es impulsar una reelección.

A los que multan a niños que pisan el césped de los parques, pero les permiten a las constructoras apoderarse de calles y veredas para levantar gigantescos edificios.

A los que se niegan a dar explicaciones sobre el uso de fondos públicos.

A los corruptos, a los payasos, a los improvisados.

A los que prefieren la eficiencia a la democracia.

A los que prefieren la eficiencia a la decencia.

A todos aquellos que hoy se deshacen en ofertas y promesas, pero que mañana se convertirán en tiranuelos patéticos, capaces de hacernos la vida realmente miserable, neguémosle nuestro voto. Pensémoslo bien: el día de las elecciones, nosotros tenemos el poder; después quedamos en manos de ese al que hemos elegido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario