viernes, 2 de julio de 2010

Con tinta indeleble

Claro que sabía que le gustaba. Se moría por ella. Se moría por abrazarla, besarla, cogerla de la mano, acariciarla. Ella le cogía del brazo y así caminaban; ya se imaginan cómo estaba: feliz.

Claro que le gustaba, aunque él le decía que no. Ella le contaba de su enamorado, con quien quería acabar, pero que le daba pena, pues Jorge ha hecho mucho por mí. Cuando le contó que tenía enamorado, le dolió, fue una pequeña estocada, aunque se dijera a sí mismo "no pasa nada, ya pasó mi gusto por ella", sabía muy bien por dentro que no era así. Ella es su amor platónio. Por siempre la verá como la vio desde el primer día en que la conoció: la chica perfecta.

Una gran alegría hubo en su corazón, casi una fiesta, aunque se podría decir que un tonazo, cuando ella le dijo que piensa acabar con él. Me trata como a una niña. ¿Cuántos años tiene? Veintitres. Míchica, cinco años mayor. Pero si no quieres estar con él...este...acaba pues, ¿no? No puedo. ¿Cómo que no puedes? O sea...sí lo quiero...pero como un amigo. Renato se alegraba por eso. ¡Ja!, sí que se alegraba.

Ya le había propuesto ir al mar. A ella le pareció espectacular la idea. Tanto que ella misma fue quien le hizo acordar, y vamos a Larcomar, a ver el mar. Me parece perfecto. Fueron, pues, y ahí estuvieron, frente al mar. Pero antes fueron al baño. Renato sabía que ella se demoraba mucho en el baño arreglándose, por lo cual, antes de entrar cada uno al baño respectivo, le dijo: "Nata, por favor, estás hermosa, bella, preciosa, no es necesario que te arregles, por favor". Ella respondió con una sonrisa coqueta y avergonzada, y se fue.

Bueno, tal cual Renato calculó, se demoró, y mucho. Bueno, unos cinco minutos, pero que se hicieron años para él. La paciencia no es su aliada. Salió. Camina como una modelo. Siempre quiso ser modelo. Claro, cualidades no le faltan. Fueron, pues, a un buen lugar como para poder apreciar todo el oscuro mar, con el fondo de la Cruz de Chorrillos, preciosa.



Hablaron de Jorge. Renato quería convencerla de que acabe con él, y le decía argumentos suficientes como para que vaya ahí mismo y hable con él y acabe con él; pues, claro, no lo quería. Pero es de aquellas personas que no saben decir "no". Va a sufrir mucho. Más daño le haces estando con él porque no lo quieres. Le estás engañando. Ay, es que...me da pena. ¿Cómo quieres que te recuerde: como la chica que le ayudó, pues acabó con él cuando se debía, o como la chica mala que le engañó y no supo decir "no" cuando se debía? Pero...es que...ha hecho mucho por mí. Sí, está bien; puede estar absolutamente enamorado, pero de nada sirve porque no te gusta, no lo quieres. Sí lo quiero...pero como un amigo. Eso mismo.

Habrán estado así unos quince minutos y todo era un círculo vicioso. Bueno, ya sabes qué hacer. Sí, está bien; mejor cambiemos de tema. Me parece perfecto. Vamos a La Quinta. Él no quería ir. Acompañar a una mujer a comprar ropa es casi un martirio. Lo peor es que él, en época de la PRE, donde la conoció, ya había salido a comprar con ella y no recordaba si se demoraba o no. Ta mare, ¿ahora? ¿voy o no? ¿mejor le digo para ir a comer algo? No, no. Okey, okey, vamos, vamos. Yeeeee.

Antes, fueron a Tarata. Nunca he pasado por ahí. ¿Tarata, qué es eso? Renato pensó que era una ignorante. ¿Cómo no iba a saber qué es Tarata o qué pasó ahí, díganme, díganme si eso es concebible? Ahí estalló un coche bomba, donde murieron cientos de personas, y ahora hay un monumento en su nombre. A manya. Veamos. El lugar ahora es precioso. Muy bueno. Una iluminación de aquellas como para una cena romántica, en un restaurante fichazo, con mirada al mar y música jazz de fondo. "Aquí nació un país", si no me equivoco, decía. Recordó las fotos que vio que describían el horror que se vivió en esa época.
Caminaron trenzados, ella de su brazo derecho y él de su izquierdo. Él feliz. Cómo me gustaría saber qué estás pensando. Como era de esperarse, ella se demoró una eternidad en elegir dos benditos polos, dos. Media hora en La Quinta para que no le guste nada y, luego, la tienda de al lado, para que, finalmente y gracias a Dios, eligiese el par de polos. Él la abrazaba, le cogía por la cintura. Recordó que, cuando salía con ella en la PRE, él le cogía la mano y ella no se hacía bolas. No hay problema, somos amigos, decía ella. Por supuesto, claro, decía él. Caminaban cuadras de cuadras cogidos de la mano. En esos momentos, él quería hacer lo mismo, pero no se atrevió, lo vio muy atrevido, y eso era lo que él menos quería hacer ver: atrevimiento. Pero, sin embargo, la cogía de la cintura con las dos manos, cara a cara; avanzaba y ella retrocedía, pero sin intenciones de besarla; simplemente, quería sentirla, cogerla, sentir que estaba a su lado, sentir que era suya; bien sabía que no lo sería, o, al menos, no en esos momentos.

Le mandaba indirectas, muchas. O, también, le decía "cariño", "mi vida", "querida". Ella sólo sonreía. Me siento bien a tu lado, te he extrañado, le decía Nata. Yo también. Me alegra que hayas regresado a mi vida; extrañaba conversar con chicos como tú, parar con chicos como tú. Él, simplemente, sonreía.

Ella le hablaba muy pegada a él. Él calculaba: cinco centímetros para probar sus labios. Pero, claro, nunca se iba atrevería a hacerlo. No podía. De repente, volvió el tema de su enamorado. "Acaba con él, acá estoy yo", se atrevía. "Ayy, estás loco", siempre respondía con una sonrisa pícara.

Ella lo hizo esperar 45 minutos, más o menos, en el punto donde quedaron en encontrarse. Casi se va. Él la llamaba y ella no respondía. Estaba desesperado. A las seis comenzaba su programa favorito: Cold Case. Se imaginaba que se lo perdería por salir con una chica, una que no me gusta, no tiene sentido salir con ella; ¿para qué? Contestó. Renaaa, resién he llegado a mi casa, llego en unos diez munitos. Espérame. Natalia son las cuatro y media -habían quedado a las cuatro-. Espérame, llego al toque. Natalia, hay tráfico a esta hora, demorarás mucho. No, es al toque. Bueno, no sé, tú dime. Te llamo en un rato. Cortó. Se puso a pensar en que si salía hacia su casa, llegaba sobrado para poder ver Cold Case, por más que a esa hora más o menos comienza empieza a venir la catástrofe del tráfico en la Javier Prado. ¿Me voy o no? Ta mare. ¿Para qué verla? Ya no me gusta. Habrá estado repitiéndose lo mismo unos cinco minutos hasta que dijo: "Ya ps, veremos qué sale".

Cuando dieron las 9:45 y ya era hora de que ella se vaya, quería retroceder el tiempo, no quería que se vaya, quería estar con ella, a su lado; acariciarla, tocarla, cogerla, oler su fragancia, sentirla; no quería estar solo, no esta vez, no otra vez. Acompáñame a mi casa. En ese momento, se le bajaron las revoluciones. Ella se lo pidió en serio. En verdad quería que la acompañase. Quería estar con él. Le gusta estar con él. En verdad lo extrañó.

Renato sabía muy bien que su corazón se volvió a los tiempos de la PRE. Resucitó ese amor que sentía hacia ella. Pero él sabía que nunca iba a suceder nada. Que lo único que podía hacer es sentirla, abrazarla, cogerla de vez en cuando por la cintura, olerle; mas no besarla, que era con lo que él soñaba, lo que anhelaba. Cogerla, pero sin sentir que es atrevido, sin esperar un posible rechazo. Pero eso no sucedería. No, Nata, me gustraía, en verdad, pero mira la hora que es, en mi casa estaría a las 11:30, mañan tengo que ir a la Radio. Está bien, no te preocupes, me iré sola, lo dijo con cierta tristeza.

Ya eran las 9:50. Ya pues, acompáñame, aunquesea hasta la Arequipa. Él ya se había concentrado y dicho que no, pues no pasaría nada. Y si iba, iba a ser peor, pues crecería su ilusión y eso es lo que, claro, él no quería, porque muy bien sabía que no sucedería nunca nada, porque ella es y será, siempre, su amor platónico. Será su amiga. A quien podrá abrazar, oler, coger, sentir, tal vez cogerla de la mano -porque son amigos-, y hasta cogerla de la cintura, pero nada más. Confórmate con eso. Parece que esto está escrito con tinta indeleble, se dijo.

1 comentario:

  1. ¿Qué sería del amor, si no xistiera un amor platónico?

    Creo que hay esta lo lindo del amor, las alegrias, las tristezas, los sufrimientos, etc. No hay como explicar algo así.

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