miércoles, 30 de junio de 2010

Nadando entre letras; esperando

Me despedí de Sandra, mi madre. Me despedí de Mandujano, mi causa (de pollo y de atún, por cierto). Me despedí de Shana, la recepcionista. Me despedí del vigilante. Me despedí de Liz, mi compañera de Marketing. Bajé las escaleras que, como nunca dejaré de decir, parece que el arquitecto al diseñarlas dijo: "Éstas están hechas especialmente para que la gente se mate". Abrí el portón que, cuando la abro, hace que sienta que estoy siendo liberado del penal Castro Castro.

¡Shhh! ¡Comenzó la bulla!: claxon por aquí, claxon por allá; el olor a pollo a la brasa que viene de Las Canastas; carros fichazos y carros para el desmonte (o su posible futuro: obras de arte expuestas a la espalda del coliseo Amauta); personas...personas que parecen robots. Parece como si fuesen controladas. Algunas tienen la mirada perdida, otras de preocupación; algunas parecen molestas, otras felices; algunas parece que quisieran hablarte, pero no se atreven; otras notan que quieres hablarles, pero no te atreves. Pero sé, también, que ellas piensan lo mismo de mí.

Hoy sentí como si la vida no quisiera sonreirme, pero como si tampoco quisiera golpearme; como si hoy se hubiese olvidado de mí. Como que hoy, miércoles 30 de junio, no existiese.

Como nunca, ni me fijé en la gran construcción del tren eléctrico. Me dieron ganas de visitar a mi amigo Kevin, pensé en llamarle. Pero tenía hambre y si iba a su casa, me iba a tener que invitar a almorzar. Eran, más o menos, las 12:30. Habla. Estoy cerca a tu jato, vao a hacer algo. Ya ps, vente. Pero no he almorzado, ¿tienes para invitarme? Tal vez, tenía, pero la cara de su mamá no me gusta mucho, sobretodo cuando me ve con él. Creo que piensa que se lo quiero quitar. Cuando la veo, me dan ganas de decirle "señora, su hijo no está cómodo cno esta familia, los problemas lo ahogan, así que vengo a pasar un rato con él". Bueno, en verdad, a veces no me dan ganas de ser tan caballero y, simplemente, un "no jodas" terminaría todo. Pero, claro, el que se jodería y la jodería sería yo.

Pero, no, no quise; no quise llamarle ni pasar tiempo con él. Quise estar solo. Mejor. Últimamente, me dan ganas de estar solo; pero eso sí, frente a mi compu, escribiendo, escuchando música, expresándome en Facebook, conversando con mis amigos por MSN, viendo mis mails, investigando, conociendo, leyendo... Ahora que estoy de vacas, es más posible.

¿Cúántas cuadras hay desde el óvalo Higuereta hasta el Wong de Panamá con Benavides? ¿Unas diez, maso? Bueno, eso caminé. Aunque hice una parada en la Parroquia Santa Rita de Casia, bella Parroquia. Fui al Santísimo, a conversar con Él, mi mejor amigo, el que nunca me deja, por el único por quien sigo de pie. Me encontré con un muy buen amigo, Claudio. Es de aquellos que, al verlos, te transmiten algo distinto, como paz o tranquilidad.

Me golpeó con el codo para hacerme saber que estaba ahí, pues yo estaba rezando y, de repente, veo que alguien se sienta a mi lado; mi primera reacción fue quitar mi mochila del lugar de mi derecha para no incomodar a quien se estaba acomodando. Bueno, era él; mi pata. Esperé a que terminase de rezar para poder salir junto con él para conversar un rato; las conversaciones con él son reconfortantes. Al ver que se santiguaba, iba a comenzar a hacer lo mismo hasta que sentí unas palmadas en mi espalda; esas palmadas que te decien "nos vemos". ¿"Nos vemos"? Cha mare, quería conversar un rato. Volteé para intentar decirle que quería conversar, pero, con gestos, me dijo que se tenía que quitar; se le veía muy apurado.



Luego, caminé, pues, hasta Wong. Ya me estaba cansando y me había aburrido de caminar; había caminado lo suficiente, ya no era necesario caminar más. Para mí, caminar es una manera de desahogarme. Me permite conversar conmigo mismo y con el mundo, y, sobre todo, conocerlo y conocerme. Llamé a Willy. Quería quedar con él para reunirnos un día de estos. Te llamo en 5 minutos; no, mejor en 20, en 20. Ok, listo. Este pata sólo para ocupado.

Como me imaginé que esos 20 minutos se iban a multiplicar, decidí entrar a Wong a comprar algo para tomar. Elegí una Coca-Cola que no estaba tan helada. Quería un Frugos de manzana, pero recordé que uno de los empleados me dijo que "no se vende por unidad". Pero como soy terco, quise inspeccionar los las máquinas congeladoras, una por una. No, no habían, como me imaginaba. Pero esta vez no lo hice por terco sino porque quería hacer tiempo. Me sentía libre, sin obligacione (eso es lo apoteósico de las vacas). Pero al inspeccionar las máquinas congeladoras, me topé con las Pepsi. Recordé que su nueva publicidad me gustó, y me sigue gustando, muchísimo, y que, por tanto, su nuevo logo me parece extraordinario; por lo cual, decidí dejar la Coca-Cola y coger una Pepsi. "Para ayudarlos", dije.



Recordé que en Wong hay stands de libros. Así que fui a la conquista. Me apasionan los libros. Encontré de todo. A veces, no me gusta ir porque me da cólera no tener plata para poder comprar, aunquesea, uno. A ver, qué hay de nuevo. Empecé a leer las descripciones, que hay siempre en la parte posterior, de los libros que tenían los títulos más atractivos; al menos, para mi parecer. Encontré un libro de Rocío Gold, su primer libro. Me llamó muchísimo la atención. Me lo compraré. Lamentablemente, no encontré un libro que descubrí hace poco que estuve en ese mismo lugar, dentro de esos 3 metros de ancho y 5 de largo. Un periodista escribía acerca de la guerra en el Medio Oriente desde testimonios de una joven bloggera que escribía acerca de la misma. Me llamó muchísimo la atención, pues ese es uno de mis sueños: ir a los lugares más mudos y contarle al mundo la verdad.

Habré estado una media hora nadando entre letras. Mejor me voy porque, si no, me quedaré todo el día. Me fui, quedándome con las ganas de comprarme unos 10 libros. Vargas Llosa, Bryce Echenique, Roncagliolo, Saramago, Allende...y muchos más. Salí. Willy no me llamaba. Ya casi me había olvidado. Me dieron ganas de llamarle, pero preferí esperar. Subí a la muy odiada "S", me senté en un común incómoda asiento, saqué mi libro de Cielo Latini, Chubasco, y me puse a leer. Avanzé mucho. Me da curiosidad por saber en qué acabará, por eso lo leo lo más rápido que puedo. A parte, me están esperando muchos libros que me llaman y me dicen: "Aquí estoy, ven y léeme". Ya voy, espérenme. Esperar...esa palabra...a esperar es lo que necesito aprender. No controlo el tiempo, así que necesito esperar. Pero, ¿cómo esperar si se puede palpar la angustia y ansiedad? Esperar. Es necesario esperar. Todo a su tiempo. De nada ayuda desesperarse. Aquí estoy, esperando (a que llegues).

1 comentario:

  1. Bien Renatín, esos momentos ayudan mucho, momentos en los que nadie te puede decir nada y tu puedes hacer lo que quieras dentro de los límites de lo bueno.

    Me gusto mucho, amerita leerte continuamente, sique así, si no tenía algo que hacer en vacaciones, ahora sé que puedo leer to blog.

    ResponderEliminar